martes, junio 07, 2005

La verdadera ciudad de los perros

Si se captará algo de nuestro país, si tuviéramos la certeza de saber dónde estamos, de qué existimos, tal vez podría acostumbrarme a este lugar… pero no es así.
Desde aquí no se divisa el mar y menos aún la cordillera de los Andes que solía ver majestuosa cada vez que caminaba por las calles de mi ciudad, o pueblo como la llaman algunos.
Muchas veces creí que el entorno era lo que menos importaba, pero sólo acá me di cuenta de lo muy equivocada que estaba.
El clima es lo único favorable, lluvias casi todo el año, vientos huracanados que dan vuelta hasta los paraguas más caros comprados en Falabella y. por supuesto un frío húmedo que taladra los huesos.
Así esta ciudad, en la que hoy vivo, no por voluntad propia, si no más bien por un mal cálculo en la prueba de aptitud académica que no me permitió estar gozando del smog en Santiago. Así es esta ciudad, con mucha gente apática, que no responde con mucha cordialidad la mayoría de las veces. Un lugar, que es el segundo en Chile con más perros vagos en nuestro país, y tal vez el único que tiene a estos animales muriendo en sus calles de sarna, con la piel roja y ensangrentada de tanto rascarse, esta ciudad que los corretea de todas partes y no los deja siquiera morir tranquilos.
Este lugar te golpea con imágenes fuertes sin ninguna compasión y es capaz de destrozar el ánimo de cualquier persona, sólo con un chistar de los dedos.
Caminar por acá es algo impresionante… no por lo grande, porque es una ciudad chica con aires ridículos de metrópolis, sino por lo mal constituido de los espacios. Lo más probable es que sea una retrógrada, pero para mí las ciudades bien hechas, son tal como las mandó construir Don Pedro de Valdivia, una plaza central de donde comenzarán las calles y todo bien cuadrado, con los números claros, para no tener posibilidad alguna de perderse, acá las calles son algo que nunca terminaré de comprender, ¡caminas por una calle vertical y te das cuenta que terminas caminando en horizontal!.
Recordando un triste episodio en la verdadera ciudad de los perros. Estaba lloviendo, ¡que extraño!, toda la gente corre lejos de la orilla de la vereda, porque los automovilistas pasan rápido, nunca sabremos si es porque gozan mojando a los peatones. Se ve desde lejos una escena repetida y penosa, un pobre perro con poca suerte o principios autodestructivos, está en la cuneta, con un hilo de sangre en el hocico, tal vez tenía posibilidades de salvarse, pero nadie siquiera pensó en tratar de socorrerlo. Esas imágenes se repiten en la verdadera ciudad de los perros, una de las más importantes de este país, donde la gente tiene el ego por las nubes, o eres de la capital o del resto del terreno nacional; si eres de la capital, eres ladrón, ordinario, traficante, etc. Y si eres del resto del terreno nacional, lo más probable es que seas huaso, indio, ignorante, campesino, etc.
¿Alguna vez ellos miraran sus defectos?, yo creo que su raza todopoderosa, distinta a la del resto de los mortales, no acepta ningún tipo de defecto, esa raza que es inigualable en todo sentido y donde sólo ellos son los autóctonos de la ciudad en la que hoy vivo, la verdadera ciudad de los perros.
Escrito el primer año de Universidad 2002

2 Comments:

At 12:21 a. m., Anonymous Anónimo Dijo...

Vamos pilola, algún día te van a ofrecer pegas por tener blog!!! por mientras, paciencia

 
At 5:00 p. m., Blogger angela.bustamante Dijo...

No le hagas caso al tito Pilola me parece muy bien que tengas un Blog, y es que si alguna vez fue fotolog, ahora son los blog y mañana los Postcads y es que la tecnología tiene que estar al servicio del hombre y no al reves...

Estoy feliz ya sabes...
Y opinando acerca de tu escrito... la verdad es que poco feeling con los animales tengo pero si en Conce se ven cosas bien desagradables y tristes y entre ellos los perritos vagos

 

Publicar un comentario

<< Inicio